23 de marzo de 2013

El viejo truco de cerrar los ojos y seguirnos viendo.

Nunca tuve idea de nada, pero siempre la certeza de nombrarte.
Hay veces, muchas, en que no puedo dejar de besarte, de abrazarte y estar a tu lado me resulta indispensable. Eres tan mío como yo de ti.
Te guardo en mi boca, en las palabras que digo y te contienen, en las que no digo y habitas, en todas las formas de tu nombre.
Que te aprieten fuerte mis manos, que aprendan todas tus formas. Decir tu nombre sin que se me acabe la voz. Durante tanto tiempo estuvimos buscando el lugar correcto para darnos cuenta al final, y sin embargo a tiempo, que éramos nosotros.
Uno en el otro sin fronteras de por medio, sin distancias ni silencios, sin murallas ni abismos. Amarte sin preguntas, sin celos ni reclamos. Sin cuestionarte ni dudar de ti, porque así como eres te conocí y así me enamoré de ti.